Desmaterializador


El viento juguetón revolvía las hojas de los pinos centenarios mientras Mateo, un inventor de artilugios inexplicables, suspiraba mirando el horizonte montañoso. No era la belleza del paisaje lo que le preocupaba, sino la inexplicable desaparición de su última creación: un «Desmaterializador de Calcetines Huérfanos».

Mateo había pasado meses perfeccionando su máquina, un amasijo de tubos de cobre, bombillas parpadeantes y un viejo tocadiscos que inexplicablemente emitía melodías de polka cuando estaba en funcionamiento. Su objetivo era noble: dar un destino digno a esos calcetines solitarios que misteriosamente desaparecen en el ciclo de lavado.

La noche anterior, Mateo había dejado el Desmaterializador funcionando en el balcón, listo para procesar una montaña de calcetines huérfanos. A la mañana siguiente, ¡puff!, la máquina y los calcetines habían desaparecido sin dejar rastro. Solo quedaba un leve olor a ozono y una nota garabateada en un trozo de papel: «Los calcetines han encontrado su verdadero hogar. Atentamente, la Liga Secreta de Duendes Tejedores de Dimensiones Paralelas».

Mateo, incrédulo, se llevó las manos a la cabeza. ¿Duendes tejedores de dimensiones paralelas? ¡Esto superaba incluso sus inventos más descabellados! Decidido a recuperar su creación (y los valiosos calcetines), Mateo se embarcó en una búsqueda tan improbable como la existencia de la liga de duendes.

Su investigación lo llevó a una anciana excéntrica que afirmaba comunicarse con los gnomos del jardín a través de silbidos en clave, a un grupo de entusiastas de la criptozoología convencidos de que los calcetines desaparecidos eran alimento para una criatura subterránea, y finalmente, a un excéntrico profesor de física cuántica que teorizaba sobre la existencia de pequeños agujeros de gusano en los tambores de las lavadoras.

Después de una serie de pistas desconcertantes y encuentros bizarros, Mateo descubrió una pequeña puerta oculta detrás de un panel de madera suelta en su sótano. Al abrirla, no encontró un agujero de gusano ni un portal dimensional, sino una escalera que descendía a un taller subterráneo iluminado por la tenue luz de pequeñas velas.

Allí, en medio de ovillos de lana de colores imposibles y agujas de tejer que levitaban mágicamente, encontró a la Liga Secreta de Duendes Tejedores. Resultó que su «Desmaterializador de Calcetines Huérfanos» no los desmaterializaba, sino que los transportaba a su dimensión, donde los utilizaban para tejer bufandas cósmicas y calcetines con propiedades antigravitatorias.

El líder de los duendes, un ser diminuto con una barba larga y enredada, explicó a Mateo que su invento era una «fuente de materia prima invaluable» para sus proyectos textiles interdimensionales. Después de una larga negociación (que incluyó el intercambio de una bufanda cósmica por el prototipo del Desmaterializador), Mateo regresó a su balcón, con una historia increíble que contar y la certeza de que el misterio de los calcetines perdidos era mucho más extraño de lo que jamás hubiera imaginado. Y de vez en cuando, al mirar las montañas, Mateo juraba escuchar el lejano tintineo de agujas de tejer cósmicas.