¡¡Hola, Mundo!!


Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos diez y en el dos mil también y vete tú a saber hasta cuando, pero habrá que aceptarlo como viene, porque las tormentas azotan con la misma furia ancestral, los corazones se llenan de sombra igual que ayer y las estrellas siguen brillando indiferentes a nuestras miserias.

Sin embargo, en medio de este panorama desolador, existe una verdad que brilla con la fuerza de un faro: la capacidad del ser humano para amar, soñar y crear. A pesar de las cicatrices del mundo, la esperanza germina como una flor silvestre entre las grietas del asfalto.

Y es precisamente esa esperanza la que me impulsa a escribir estas historias para dormir a pierna suelta. Son pequeñas ventanas al alma, balcones abiertos a mundos donde lo imposible se vuelve posible y los sueños adquieren forma tangible.

Espero que en cada palabra, en cada personaje, encuentres un refugio para tu alma. Que las aventuras de mis protagonistas te transporten a lugares mágicos donde la tristeza se desvanece como la niebla matutina y la alegría brilla con la intensidad del sol naciente.

Porque aunque el mundo pueda ser una porquería a veces, siempre existirá la posibilidad de encontrar belleza en lo cotidiano, magia en lo simple y consuelo en la compañía de un buen cuento.

Esta noche, antes de cerrar los ojos, te invito a sumergirte en una historia que te haga sonreír, que te llene de paz interior y que te recuerde que incluso en las noches más oscuras, siempre hay una estrella brillando para ti.

Hola, pues. Mi nombre es David y aquí estoy para pasar el rato. No se si será bueno o malo, la cuestión es ir dejando pasar la vida tal como viene.